sábado, 3 de diciembre de 2011

Cuando vuelvo a pensar en lo que pasó.

Cuando vuelvo a pensar en lo que pasó, me siento mal, otra vez las sombras regresan, otra vez las oscuras tentaciones me invaden. Puedo decir que nada ha vuelto a ser lo que era desde que comencé a mirarla de otra manera.
Entre risas y bromas, no me he dado cuenta, y sólo me pareció que ya no era la misma mujer, la amiga, la compañera. Con el correr de los días y meses simplemente se tornó en el deseo de cada hora, esa dosis de droga que me calmaba y me hacía sentir bien de nuevo, terriblemente bien.
Equivocadamente alguna vez creí que ella podía ser presa de esa sensación, que quizás caería en la cuenta de que me necesitaba, de que yo no era sólo el buen samaritano que supe ser, sino que todo lo que hacía lo hacía por ella.
No era así al principio, yo era ese buen muchacho, el bondadoso, el generoso, el que cedía el asiento a los ancianos y a las embarazadas, el que jamás tenía problemas con nadie, el que siempre sonreía para asegurarles a todos que nada estaba mal, que todo siempre fue parte de una gastada, de un chiste con buenas intenciones.
Me encontré desamparado una tarde que la vi y su cuerpo y su aroma me hicieron estremecer.
Mi amiga, mi compañera, vuelta la mujer que me carcomía la cabeza, que me ponía nervioso cada vez que se acercaba para preguntar algo, la tentación que me estrujaba el pecho, que encendía en mí la maldita mirada de deseo.
Mirarla era temer, era el azar de una moneda puesta a girar sin suelo al que caer, el miedo a hablar, el sudor en mis manos. La mujer que veía, tantas veces cómplice y otras tantas víctima de mis bromas, me miraba con los ojos llenos de confianza, llenos de ese cariño que se tienen los amigos, los hermanos, y yo no lo soportaba.
Para ella siempre fui el que la salvaría de todos los problemas sin reclamar nada a cambio, y es que jamás me interesó nada de ella, pero al verla acercarse meneando su figura, sonriendo como sorprendida cada vez que nos encontrábamos, pude notar que de repente me gustaba su andar, su silueta de mujer aún joven y deseable.
Su saludo terminó de convencerme de que no estaba equivocado, su penetrante perfume (penetrante ahora que lo sentía de otra manera) acabó por hundirme en el terrible dilema que suponía mirar con otros ojos a la que me confió toda su vida en los viajes de vuelta a casa y nunca pensó que cada palabra que decía desencadenaría esta incertidumbre muda que desgarraba mi mente, y que yo no podía controlar de la forma que me hubiese gustado.
¿Qué podía hacer si no sabía cómo hablar, como decirle lo que sentía sin poner en riesgo la relación de amistad que teníamos? Comencé a dejar de reír, a esbozar fingidas sonrisas poco complacientes, escondiendo el miedo. Las risas siempre se oían de sus labios, su humor siempre era el mismo, el que dejó de encajar fui yo, y así fue como me fui alejando lentamente de esa perfecta espina que me atravesaba, con pocas palabras, con miradas falsas de amistad, con frases de un endeble bienestar, con actitudes extrañas en mí, pero que tuve que adquirir por miedo a perder su aroma.
Simplemente fui escurriéndome en los pensamientos que hablaban de peligro, los que temían que todo fuese a terminar mal, y fui saliendo de su vida, de mi vida.
Perder todo para no perderla para siempre, que canje más estúpido, y fue el único que vi en la bruma.
Comenzaron a notarlo cuando mi silencio se hizo cada vez más acentuado, comenzaron a preguntar, y otra vez esa voz en mi cabeza que me obligaba a mover los músculos de la cara formando una extraña sonrisa y a decir que todo estaba bien, que no estaba de buen humor, cosas que pasaron en el día y me habían dejado algo molesto. Mentía, y ellos se conformaban con eso.
Dejaron de preguntar luego de un tiempo, la costumbre se había adueñado de todos y de mí también. Era otro más de tantos que alguna vez conocieron y de los cuales hablarían en alguna anécdota graciosa.

sábado, 28 de febrero de 2009

La muerte y mi maldito propòsito de tratar de evadirla...

Sufri de la peor de las muertes, el olvido. Ya había dejado de ser ese que había muerto de algo, para pasar a ser ese que jamás murió, porque nunca existió. Ni siquiera se podía decir de mi que había fallecido de olvido, ya que no tenia sentido alguno morir de olvido, no tenia fundamento. Todo lo que hice en mi olvidada vida valía nada, no era mío, de nadie, como esos antiguos instrumentos musicales detrás de aquella vidriera, a la vista de todos, pero de nadie al fin. Era ésta la verdadera muerte de la que nunca se habla? Acá van a parar todos los muertos de miles de generaciones que olvidamos recordar? Se que es el fin de todo, que no hay más a partir de este lugar, pero soy yo realmente el que está muerto y olvidado? Por qué estoy muerto si aún yo tengo conciencia de mi existencia? Acaso no cuenta mi memoria? No tienen valor alguno mis recuerdos en mi muerte? Al parecer esto va más allá de mi limitado conocimiento de vida y muerte, pero por qué sigo sintiéndome vivo? Será ésta la negación al dolor de la inexistencia? Quien es olvidado no vive ni muere, porque no se tiene en cuenta su presencia en ningún lado, sólo es otro pensamiento, otro sueño, de esos que se hacen algunos, como “Cuántas personas habrán fallecido antes que nosotros viéramos la luz del día?” ó “Alguien recordará los nombres de todos los que han muerto en la historia de la humanidad?” ó “Alguien recordará a aquellos que no tuvieron nombre, o a los que no tuvieron lápida?” No lo sabía.
Sabía que estaba muerto, pero ese lento sollozo sonando entre lágrimas y pétalos hacía fácil olvidar mi miedo.

Y otra vez fue el sueño...

Era la tempestad en mis sueños, esa pesadilla que me agobiaba cada noche, pero no podía odiarla, no debía. Me entregué a su falsa realidad, a su fabuloso mundo de fantasía y misticismo, pero era verdad? O era otra vez la misma historia que se repetía incesantemente una y otra vez en mi cabeza? No quería averiguarlo, o tal vez me rehusaba a comprenderlo. Por qué debía ser todo tan difícil, tan duro y complicado? No estaba preparado para tanta verdad o tanta mentira, pero sin embargo mi destino me entregaba a sus fauces, como si me hubiese enlistado toda la vida para este momento, pero no. Tenía miedo de salir y encontrarme conmigo mismo, con mi propia realidad, con mi propio mundo, pero ahí estaba yo, siéndole fiel a mi destino, a mi maldito destino. Caí en ese abismo de no saber qué era que, y de si todo estaba bien o no. Y me mentí, como tantas veces.

Estaba bien, realmente bien, pero era mentira, o no? Tal vez me había engañado tanto que ya no comprendía los limites de mi propio ser, de mi propio mundo de falsas mentiras y engaños ocultos. Seguía cada vez mejor, cada vez más y más hundido en esa cosa que llamé bienestar, y que para pena de todos los que vivían en mi mundo, no sabía si era real o solo mi realidad. Sonreí, y me sentí completamente eufórico y deseoso de mas felicidad, pero era así realmente? Preferí esconderme y evadir la realidad de todos lo que se creían conocerme y a mi mundo. Fue lo mejor que hice en toda mi vida, o por lo menos lo único que puedo llamar que hice realmente. Hoy soy feliz, pero no entiendo que son esas gotas que brotan de mis ojos… se sienten tan cálidas y serenas, tan tiernamente acogedoras y calmas, que estoy seguro que las conozco, tanto que creo que alguna vez soñé que lloraba…

viernes, 27 de febrero de 2009

Otra vez me pongo a pensar,y caigo en la cuenta de que nunca fue real...

Si,es duro saberlo.
No todo lo que uno hace esta bien,no todo està mal,ni siquiera la mitad de las cosas pueden ser calificadas como bien o mal,como blanco o negro.
Habìa mil matices distintos para definir lo que me pasaba,lo que habìa dicho,y lo que pensaba decir.
Recuerdo que le escribì 121 cartas,ni una màs,ni una menos,121.
¿Cuànto durò el sueño de la felicidad eterna?Lo suficiente como para dejarme en la ruina, sentimentalmente hablando.
Fuì la marioneta de un sueño,de una pesadilla.El fiel siervo de una dulce mano que podìa darme la eternidad con una caricia, que podìa colapsar mi universo con un chasquido.Y fuì obediente.
Complacì todos sus caprichos,todos sus deseos,pero ¿fue lo mejor?
¿De que me sirviò alimentar a la bestia si cuando quisiese podìa descuartizar mi alma? No me interesò,le obedecì,como la incondicional mascota que era.
La amè,aùn la amo,y probablemente nunca pueda dejar mi dependencia hacia su recuerdo,pero duele.
Fuè mi reina, mi amada y triste princesa en un cuento de hadas imaginario,en el que nunca pude llegar a besarla,en el que siempre morìa en manos de una malvada bruja,en el que siempre quedaba como el pobre esclavo que nunca pudo salvarla.
Por eso la amaba,porque fuè el ideal imposible de alcanzar,ese viaje hacia algùn lugar que nunca pude hacer,y la amè,como amè escribir cada letra de cada una de mis 121 cartas,como odiè vacilar cada vez que la veìa y no podìa hablarle,como amè ver su figura de duquesa,como odiè comprender que no era real,como odiè darme cuenta de que nunca fuè real,solo otro sueño,uno de los peores,en el que yo escribì 121 cartas a nadie,a una ilusiòn,a mi mejor pesadilla,a mi peor fantasìa.Y no lo entiendo,ese es mi maldito estigma,tratar de entender cosas que no tienen sentido,que no hallan entendimiento alguno en ninguna razòn.Nunca existiò,solo fue la desmaterializaciòn de mi realidad,solo otra que pretendìa reemplazar a la verdadera,y tuve que darme cuenta ¿para què?
Duele recordarla,a ambas,pero duele màs no respirar su aroma,aunque sea en mis pesadillas.
Me dejè llevar y caì en sus falsos abrazos,pero tuve que enterarme.No sè si esta bien o està mal,nunca sè siquiera como puedo catalogarlo,blanco o negro,bien o mal,pero pasò y me dejè atrapar.
Si,es duro saberlo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Un sueño,una pesadilla,o solo la mas triste y cruda realidad?

Sonaba como un mi menor,pero estaba seguro que era otra cosa,tal vez una mayor,o solo una simple fa,ahora da lo mismo,el tema ya no significaba demasiado si ella no lo oia,si su voz no lo cantaba.El mismo maldito tema que aprendi a tocar solo para verla sonreir un momento,solo para que me abrace otra vez antes de besarme.Ni siquiera recuerdo de quien era,pero que mas da.
Le habia compuesto otras tantas canciones,como para demostrarle que valia algo para mi,que significaba mucho mas que solo otro cuerpo femenino,otro trozo de placer.
Ya ni siquiera la guitarra tiene sentido alguno si no esta ella para poder oirla en silencio,en su silencio,que era como todo un estadio repleto de aplausos,el silencio que era la partitura de la mejor suite,de la mejor sinfonia.Cuanto tiempo ha pasado ya desde entonces?No lo se,pero no me queda nada material que me una a ella,excepto una pequeña pùa que me obsequiò un dia cualquiera,una no muy buena,pero la mejor para mi,una DENVER 1.21 mm violeta.Creo que a estas alturas no puedo tocar si no es con esa maldita pùa que me trae los mejores y peores recuerdos de un tiempo que se aleja con mi respiracion.
Mujer amante era su tema preferido,y lo toquè mil veces esa noche,se lo tatuè en la piel con mis besos,con mis caricias,pero otra vez me doy cuenta de que no fueron notas las que grabe,sino mas silencios en una partitura infinita.
Con un reloj de pèndulo como metrònomo,un recuerdo que me desgarra el alma y esa maldita y bendita pùa,tocarè la ùltimas notas de una guitarra muda,apagada en la oscuridad de los dias que ya no tienen sentido desde que olvidè como tatuar tu piel...